He abierto los ojos, hace no mucho, de la mano de Ana Vargas, a la implicación de los sentidos en nuestro razonamiento, procesamiento de la información y aprendizaje.

El Ser humano funciona como los engranajes de un reloj: cada pieza conecta con otra, haciendo funcionar el mecanismo en su totalidad.  Desde antes de nacer, y en los primeros años de vida activamos, conectamos y equilibramos cada pieza de nuestro sistema nervioso para funcionar de forma integrada. Durante los primeros años de vida nuestros sentidos son las ventanas al mundo, a través de nuestro cuerpo aprendemos. El desarrollo motor y sensorial son los engranajes claves para el desarrollo del pensamiento.

La visión y la audición son los sentidos más relevantes para la entrada de información, muy especialmente en lo que se refiere a tareas escolares. Muchos de los problemas de aprendizaje, se diagnostican desde una perspectiva cognitiva o de razonamiento, pasando por alto aspectos del desarrollo motor y sensorial que son claves en el procesamiento y la elaboración de la información. En el siguiente esquema se expone la ruta que sigue la información:

Captura de pantalla 2013-04-17 a la(s) 01.11.46

En este esquema, se observa como las rutas de entrada de información, la función de procesamiento y las de salida están estrechamente ligadas. Es evidente, que si en la entrada de información hay un déficit, la información que procesaremos llegará más lenta, estará incompleta y será de peor calidad por lo que nuestro procesamiento será incompleto y por ende el resultado.

Ana Vargas, en la formación que nos ha proporcionado, nos aclara que uno de cada cuatro estudiantes tienen problemas de visión (no de vista) que afectan a su aprendizaje, y en muchas ocasiones se les diagnostica como niños desatentos, de bajas capacidades, hiperactivos… cuando en realidad existe una dificultad en su sistema visual. Un porcentaje muy elevado de la energía que emplea el cerebro se emplea en la visión, sí esta función está siendo deficitaría, el cerebro no dispondrá de la energía suficiente para tareas de orden superior, viéndose afectadas funciones como  la memoria, el razonamiento o la concentración.

La optometría comportamental nos abre la puerta a un enfoque neurológico,  en el que las personas somos seres que funcionamos conectados,  al poner en relación todos los aspectos (sensoriales, motores y cognitivos) que intervienen en el aprendizaje. Esto nos permite identificar y modificar funciones orgánicas que están afectando al aprendizaje, por existir algún handicap en las mismas. En próximos post, explicaremos aspectos de la visión, la audición, la lateralidad… que determinan como aprenden nuestros alumnos.

Agradecimientos, por la formación proporcionada a:

Ana Vargas,  optometrista comportamental y directora del centro de terapia visual Skeffington